El dolor, ¿real o psicológico?
¿Quién no ha sufrido nunca dolor a lo largo de su vida? Posiblemente nadie respondería afirmativamente a esta cuestión. Desde que nacemos hasta que morimos sufrimos algún tipo de dolor, ya sean dolores cotidianos a los que no les damos importancia, o dolores que son consecuencia de alguna enfermedad. El dolor convive con nosotros en mayor o menor medida y es importante que esté, ya que suele ser la señal que nos alerta de que algo en nuestro cuerpo no funciona como debería hacerlo. Pero, ¿qué es el dolor?
El dolor es un fenómeno subjetivo muy complejo que tiene un componente sensorial y un componente afectivo. No todo el mundo experimenta un estímulo doloroso del mismo modo, y esto tiene mucho que ver con la propia personalidad, con el estado de ánimo y con el tipo de educación que hayamos recibido.
Sobre el dolor se ha realizado un estudio que muestra que el 60% de los españoles padecen diariamente aquello que se denomina "dolores cotidianos"; estos dolores engloban el dolor de espalda y de cabeza, otros dolores musculares y los problemas relacionados con la boca y con los dientes. Estos pequeños dolores van afectando poco a poco a la calidad de vida, tanto física como psíquica de las personas que los van padeciendo. El estudio indica que son las mujeres las que padecen más estos dolores, y que la prevalencia aumenta a medida que se aumenta en edad. Aun así, parece que los hombres son más quejosos que las mujeres y que, a medida que los años van pasando, nos quejamos mucho más de dolor que cuando somos más jóvenes.
El dolor siempre debemos considerarlo como real en el momento de tratarlo, pero en ocasiones este dolor puede no ser provocado por algo físico, sino que puede tener una causa psicológica (ej: nos duele el estómago porque estamos pasando una época de estrés, no porque tengamos una enfermedad de estómago). Este tipo de dolor es el más difícil de tratar y, a menudo, todos los fármacos y tratamientos, incluso los más fuertes para erradicar el dolor, acaban fracasando porque la causa no es física. Es entonces cuando los psicólogos deben empezar su tarea, indagando cuál es la causa del malestar que padece la persona y paliarlo en la medida de lo posible, con diferentes tipos de intervenciones psicológicas.
A menudo tendemos a sobrestimar las quejas somáticas de quien tenemos a nuestro cargo, cuando en realidad es el área emocional y afectiva la que está sufriendo, un área herida que no se cura con morfina, sino con un poco de atención y activación. Debemos ser conscientes de que estas situaciones van en aumento y sensibilizarnos para abordarlas efectiva y adecuadamente, ya que son situaciones que crean un importante malestar en la persona, en la familia y en los profesionales que las trabajamos.
Mònica Garcia
Psicòloga del centro
Residencia Santa Maria del Tura